Antonio Gaudí – Biografía
BIOGRAFÍA.
Antoni Gaudí i Cornet nació en Reus, Tarragona, un 25 de Junio de 1852.
Los orígenes familiares de Gaudí se remontan al sur de Francia, en Auvernia, desde donde uno de sus antepasados, Joan Gaudí, vendedor ambulante, pasó a Cataluña en el siglo XVII. Se desconoce el lugar exacto del nacimiento de Gaudí, ya que no se conserva ningún documento que lo especifique, existiendo una controversia entre Reus y Riudoms (dos municipios vecinos y colindantes de la comarca del Baix Camp) sobre la localidad natalicia del arquitecto.
Gaudí sintió un gran aprecio por su tierra natal, lo que evidenciaba en su gran mediterraneísmo, hecho que influyó notablemente en su arquitectura: Gaudí decía que los pueblos mediterráneos tienen un sentido innato del arte y el diseño, que son creativos y originales, mientras que los pueblos nórdicos son más técnicos y repetitivos. En palabras del propio Gaudí:
”Nosotros poseemos la imagen. La fantasía viene de los fantasmas. La fantasía es de la gente del Norte. Nosotros somos concretos. La imagen es del Mediterráneo. Orestes sabe adónde va, mientras que Hamlet divaga perdido entre dudas”.[
Realizó sus primeros estudios en el parvulario del maestro Francesc Berenguer, padre del que sería uno de sus principales colaboradores, y luego pasó a los Escolapios de Reus; destacó en dibujo, colaborando con el semanario El Arlequín.[] También trabajó durante un tiempo como aprendiz en la fábrica textil “Vapor Nou” de Reus. En 1868 se trasladó a Barcelona para cursar enseñanza media en el Convento del Carmen de la ciudad condal. En su adolescencia estuvo cercano al socialismo utópico, realizando junto con dos compañeros de estudios, Eduard Toda i Güell y Josep Ribera i Sans, un proyecto de restauración para el Monasterio de Poblet que lo convertiría en un falansterio utópico-social.
Entre 1875 y 1878 realizó el servicio militar en el Arma de Infantería en Barcelona, siendo destinado a Administración Militar. Pasó la mayor parte del tiempo rebajado de servicio a causa de su salud, por lo que pudo continuar con los estudios.
Cursó arquitectura en la Escuela de la Llotja y en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, donde se graduó en 1878. Junto a las asignaturas de arquitectura asistió a clases de francés y cursó algunas asignaturas de Historia, Economía, Filosofía y Estética. Su expediente académico fue regular, con algún que otro suspenso; Gaudí se preocupaba más de sus propios intereses que de las asignaturas oficiales. Elies Rogent, director de la Escuela de Arquitectura de Barcelona, dijo en el momento de otorgarle el título:
”Hemos dado el título a un loco o a un genio, el tiempo lo dirá”.
Para pagarse la carrera, Gaudí trabajó como delineante para diversos arquitectos y constructores, como Leandre Serrallach, Joan Martorell, Emili Sala Cortés, Francisco de Paula del Villar y Lozano y Josep Fontserè. Quizá por eso, al recibir el título, Gaudí, con su irónico sentido del humor, comentó a su amigo el escultor Llorenç Matamala:
”Llorenç, dicen que ya soy arquitecto”.
Sus primeros proyectos fueron los de las Farolas para la Plaza Real, el proyecto irrealizado de Kioskos Girossi y la Cooperativa Obrera Mataronense. Con su primer encargo importante, la Casa Vicens, Gaudí empieza a adquirir renombre, y recibe encargos cada vez de mayor envergadura. En la Exposición Universal de París de 1878 Gaudí expuso una vitrina realizada para la Guantería Comella. El diseño modernista, a la vez funcional y estético de dicha obra, impresionó al industrial catalán Eusebi Güell que, a su regreso, contactó con el arquitecto para encomendarle varios proyectos que tenía en mente. Comenzó así una larga amistad y un fructífero mecenazgo que dio origen a algunas de las más destacadas obras de Gaudí: las Bodegas Güell, los Pabellones Güell, el Palacio Güell, el Parque Güell y la Cripta de la Colonia Güell. Asimismo, se relacionó con el marqués de Comillas, suegro del conde Güell, para el que realizó El Capricho de Comillas.
En 1883 aceptó hacerse cargo de continuar las recién iniciadas obras del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia. Gaudí modificó totalmente el proyecto inicial, convirtiéndola en su obra cumbre, conocida y admirada en todo el mundo. A partir de 1915 se dedicó casi por completo a este proyecto, hasta que murió. Gaudí comenzaba a recibir cada vez más encargos, por lo que, al trabajar en varias obras a la vez, tuvo que rodearse de un amplio equipo de profesionales de todos los campos relacionados con la construcción; en su estudio se formarían numerosos arquitectos que con el tiempo alcanzarían un puesto de renombre en el sector, como Josep Maria Jujol, Joan Rubió, Cèsar Martinell, Francesc Folguera y Josep Francesc Ràfols. En 1885, para escapar de la epidemia de cólera que asolaba Barcelona, Gaudí pasó una estancia en Sant Feliu de Codines, residiendo en la casa de Francesc Ullar, al que en agradecimiento diseñó una mesa de comedor.
Uno de los acontecimientos de la época para la capital catalana, y que sirvió de punto de partida para el modernismo, fue la Exposición Universal de 1888, donde los principales arquitectos del momento expondrían sus mejores obras. Gaudí participó con el edificio de la Compañía Trasatlántica, y recibió un encargo para reestructurar el Salón de Ciento del Ayuntamiento de Barcelona, que finalmente no se llevó a cabo. En los primeros años 1890 recibió dos encargos fuera de Cataluña: el del Palacio Episcopal de Astorga y el de la Casa Botines en León. Así, la fama y el prestigio del arquitecto reusense se iba extendiendo por toda España. En 1891 viajó a Málaga y Tánger para examinar el terreno de un proyecto para unas Misiones Católicas Franciscanas, que le había encargado el 2º marqués de Comillas; el proyecto no se efectuó, pero las torres proyectadas para las Misiones le sirvieron a Gaudí como modelo para las torres de la Sagrada Familia.
En 1899 se hizo socio del Cercle Artístic de Sant Lluc, sociedad artística de corte católico fundada en 1893 por el obispo Josep Torras i Bages y los hermanos Josep y Joan Llimona. También se afilió a la Lliga Espiritual de la Mare de Déu de Montserrat, entidad catalanista igualmente de signo católico. Se evidencia así el carácter conservador y religioso de su pensamiento político, vinculado a la defensa de la identidad cultural del pueblo catalán. Pese a la aparente contradicción entre los ideales utópicos de su juventud y su posterior adscripción a posiciones más conservadoras, la evolución puede resultar natural si tenemos en cuenta la profunda espiritualidad del arquitecto; en palabras de Cèsar Martinell;
“sustituyó la filantropía laicista por la caridad cristiana”.
El principio de siglo encontró a Gaudí embarcado en numerosos proyectos, en los que se evidenciaba el cambio de su estilo, cada vez más personal e inspirado en la naturaleza. En 1900 recibió el premio al mejor edificio del año por la Casa Calvet, otorgado por el Ayuntamiento de Barcelona. Durante la primera década del siglo se ocupa de proyectos como la Casa Figueras, más conocida como Bellesguard, el Parque Güell, proyecto de urbanización que no tuvo éxito, y la restauración de la Catedral de Santa María de Palma de Mallorca, para la que realizó varios viajes a la isla. Entre 1904 y 1910 construye la Casa Batlló y la Casa Milà, dos de sus obras más emblemáticas.
La fama de Gaudí iba en aumento, provocando por ejemplo que en 1902 el pintor Joan Llimona escogiese la fisonomía de Gaudí para representar a San Felipe Neri en las pinturas del crucero de la iglesia de San Felipe Neri de Barcelona. Ese año funda con Joan Santaló, hijo de su amigo el doctor Pere Santaló, una sociedad dedicada al forjado de hierro, que fracasó.
Desde su traslado a Barcelona, Gaudí había cambiado a menudo de domicilio: en su época de estudiante vivió de pensión, generalmente en la zona del Barrio Gótico; al iniciar su carrera, pasó a diversos pisos de alquiler en la zona del Eixample. Por fin, en 1906 se instaló en una casa de propiedad, en el Parque Güell, construida por su ayudante Francesc Berenguer como casa de muestra de la urbanización; actualmente es la Casa-Museo Gaudí. Aquí vivió con su padre (fallecido en 1906 a los 93 años) y su sobrina, Rosa Egea Gaudí (fallecida en 1912 a los 36 años). Vivió en esta casa hasta 1925, pocos meses antes de su muerte, residiendo este último tiempo en el taller de la Sagrada Familia.
Uno de los sucesos que marcaron profundamente a Gaudí fueron los acontecimientos de la Semana Trágica de 1909; Gaudí permaneció ese tiempo recluido en su casa del Parque Güell, pero debido al ambiente anticlerical y a los atentados contra iglesias y conventos temió por la integridad de la Sagrada Familia –que afortunadamente no sufrió daños.
En 1910 se celebró en el Grand Palais de París una exposición dedicada a Gaudí, dentro del salón anual de la Société des Beaux-Arts de Francia. Gaudí participó a instancias del conde Güell, concurriendo con una serie de fotos, planos y maquetas en yeso de varias de sus obras. Aunque participó fuera de concurso, recibió muy buenas críticas por parte de la prensa francesa. Buena parte de esta exposición se pudo ver al año siguiente en el I Salón Nacional de Arquitectura celebrado en el Pabellón Municipal de Exposiciones del Buen Retiro de Madrid.
Mientras se celebraba la exposición de París, en mayo de 1910, Gaudí pasó una estancia de reposo en Vich, donde diseñó dos farolas de basalto y hierro forjado para la Plaza Mayor de Vic, con ocasión del centenario de Jaume Balmes. Al año siguiente también se vio obligado a pasar una temporada en Puigcerdà, a causa de unas fiebres de Malta; en ese periodo de descanso concibió la fachada de la Pasión de la Sagrada Familia. Debido a su gravedad, el 9 de junio redactó un testamento ante el notario Ramón Cantó i Figueres; por fortuna, pudo reponerse por completo.
Los años 1910 fueron duros para Gaudí, que sufrió varias desgracias: en 1912 murió su sobrina Rosa; en 1914 falleció su principal colaborador, Francesc Berenguer; en 1915 una grave crisis económica casi paraliza las obras de la Sagrada Familia; en 1916 murió su amigo Josep Torras i Bages, obispo de Vich; en 1917 se interrumpen las obras de la Colonia Güell; en 1918 falleció su amigo y mecenas, Eusebi Güell. Quizá por todo ello desde 1915 se dedica por entero a la Sagrada Familia, refugiándose en su trabajo. Gaudí confiesa a sus colaboradores:
”Mis grandes amigos están muertos; no tengo familia, ni clientes, ni fortuna, ni nada. Así puedo entregarme totalmente al Templo”.
Efectivamente, los últimos años de su vida los dedica por completo a la “Catedral de los pobres” –como es popularmente conocida–, para la que incluso llegará a pedir limosna a fin de poder continuar con las obras. Aparte de esa dedicación, realiza pocas más actividades, casi siempre relacionadas con la religión: en 1916 participó en un cursillo de canto gregoriano impartido en el Palacio de la Música Catalana por el monje benedictino Gregori M. Sunyol.
Gaudí vivió dedicado por completo a su profesión, permaneciendo soltero toda su vida. Al parecer, tan sólo en una ocasión se sintió atraído por una mujer, Josefa Moreu, maestra de la Cooperativa Mataronense, hacia 1884, pero no fue correspondido. Desde entonces Gaudí se refugió en su profunda religiosidad, en la que encontraba gran sosiego espiritual. A menudo se ha pintado la imagen de un Gaudí huraño y antipático, de bruscas contestaciones y gestos altaneros; pero la gente que lo trató más de cerca lo describió como persona afable y cortés, buen conversador y fiel con sus amigos, entre los que destacaron especialmente su mecenas, Eusebi Güell, y el obispo de Vic, Josep Torras i Bages, así como los escritores Joan Maragall y Jacint Verdaguer, el doctor Pere Santaló y algunos de sus más fieles colaboradores, como Francesc Berenguer y Llorenç Matamala.
La apariencia personal de Gaudí –de rasgos nórdicos, pelo rubio y ojos azules– sufrió una radical transformación con el paso del tiempo: de ser un joven con aspecto de “dandi” (trajes caros, pelo y barba bien arreglados, gustos de gourmet, frecuente asistencia al teatro y a la ópera, incluso visitaba las obras montado en su carruaje), pasó en su vejez a la más estricta sencillez, comiendo con frugalidad, vistiendo trajes viejos y gastados, con un aspecto descuidado, tanto que a veces lo tomaban por mendigo, como por desgracia pasó en el momento del accidente que le provocó la muerte.
Gaudí no dejó prácticamente escritos, aparte de informes técnicos de sus obras requeridos por instancias oficiales, algunas cartas a amigos (principalmente a Joan Maragall) y algún artículo periodístico. Se conservan algunas frases suyas recogidas por algunos de sus ayudantes y discípulos, principalmente Josep Francesc Ràfols, Joan Bergós, Cèsar Martinell e Isidre Puig i Boada. El único escrito dejado por Gaudí es el conocido como Manuscrito de Reus (1873-1878), una especie de diario de estudiante donde recogía diversas impresiones sobre arquitectura y decoración, exponiendo sus ideas al respecto; destacan los análisis que hizo sobre el templo cristiano y la casa solariega, así como un texto sobre ornamentación y una memoria para una mesa-escritorio.
Gaudí se reconoció siempre partidario del catalanismo, aunque nunca quiso vincularse con la política –algunos políticos como Francesc Cambó o Enric Prat de la Riba le propusieron presentarse a diputado, pero él declinó el ofrecimiento–. Aun así, tuvo diversos altercados con la policía: en 1920 fue golpeado por la misma en un tumulto formado en la celebración de los Juegos Florales; el 11 de septiembre de 1924, Día Nacional de Cataluña, durante una manifestación en contra de la prohibición del uso del catalán por parte de la dictadura de Primo de Rivera, fue arrestado por la Guardia Civil, pasando una breve estancia en el calabozo, del que salió con una fianza de 50 pesetas.
El 7 de junio de 1926 Gaudí se dirigía a la iglesia de San Felipe Neri, que visitaba a diario para rezar y entrevistarse con su confesor, mosén Agustí Mas i Folch; pero al pasar por la Gran Vía de las Cortes Catalanas, entre las calles Girona y Bailén, fue atropellado por un tranvía, que lo dejó sin sentido. Siendo tomado por un mendigo, al ir indocumentado y a causa de su aspecto descuidado, con ropas gastadas y viejas, no fue socorrido de inmediato, hasta que un guardia civil paró un taxi que lo condujo al Hospital de la Santa Cruz. Al día siguiente lo reconoció el capellán de la Sagrada Familia, mosén Gil Parés, pero ya era tarde para hacer nada por él. Murió el día 10 de junio de 1926, a los 74 años de edad, en la plenitud de su carrera. Fue enterrado el 12 de junio, con presencia de grandes multitudes que quisieron darle el último adiós, en la capilla de Nuestra Señora del Carmen de la cripta de la Sagrada Familia. En su lápida figura la siguiente inscripción:
Antonius Gaudí Cornet. Reusensis. Annos natus LXXIV, vitae exemplaris vir, eximiusque artifex, mirabilis operis hujus, templi auctor, pie obiit Barcinone dit X Junii MCMXXVI, hinc cineres tanti hominis, resurrectionem mortuorum expectant. R.I.P.
Gaudí fue el máximo representante del modernismo catalán, fue un arquitecto con un sentido innato de la geometría y el volumen, así como una gran capacidad imaginativa que le permitía proyectar mentalmente la mayoría de sus obras antes de pasarlas a planos. De hecho, pocas veces realizaba planos detallados de sus obras; prefería recrearlos sobre maquetas tridimensionales, moldeando todos los detalles según los iba ideando mentalmente. En otras ocasiones, iba improvisando sobre la marcha, dando instrucciones a sus colaboradores sobre lo que tenían que hacer.
Dotado de una fuerte intuición y capacidad creativa, Gaudí concebía sus edificios de una forma global, atendiendo tanto a las soluciones estructurales como las funcionales y decorativas. Estudiaba hasta el más mínimo detalle de sus creaciones, integrando en la arquitectura toda una serie de trabajos artesanales que dominaba él mismo a la perfección: cerámica, vidriería, forja de hierro, carpintería, etc. Asimismo, introdujo nuevas técnicas en el tratamiento de los materiales, como su famoso “trencadís” hecho con piezas de cerámica de desecho.
Después de unos inicios influenciado por el arte neogótico, así como ciertas tendencias orientalizantes, Gaudí desembocó en el modernismo en su época de mayor efervescencia, entre finales del siglo XIX y principios del XX. Sin embargo, el arquitecto reusense fue más allá del modernismo ortodoxo, creando un estilo personal basado en la observación de la naturaleza, fruto del cual fue su utilización de formas geométricas regladas, como el paraboloide hiperbólico, el hiperboloide, el helicoide y el conoide.
La arquitectura de Gaudí está marcada por un fuerte sello personal, caracterizado por la búsqueda de nuevas soluciones estructurales, que logró después de toda una vida dedicada al análisis de la estructura óptima del edificio, integrado en su entorno y siendo una síntesis de todas las artes y oficios. Mediante el estudio y la práctica de nuevas y originales soluciones, la obra de Gaudí culminará en un estilo orgánico, inspirado en la naturaleza, pero sin perder la experiencia aportada por estilos anteriores, generando una obra arquitectónica que es una simbiosis perfecta de la tradición y la innovación. Asimismo, toda su obra está marcada por las que fueron sus cuatro grandes pasiones en la vida: la arquitectura, la naturaleza, la religión y el amor a Cataluña.
La obra de Gaudí ha alcanzado con el transcurso del tiempo una amplia difusión internacional, siendo innumerables los estudios dedicados a su forma de entender la arquitectura. Hoy día es admirado tanto por profesionales como por el público en general: la Sagrada Familia es actualmente uno de los monumentos más visitados de España. Entre 1984 y 2005 siete de sus obras han sido consideradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
En su etapa de estudiante, Gaudí frecuentó diversos talleres artesanales, como los de Eudald Puntí, Llorenç Matamala y Joan Oñós, donde aprendió los aspectos básicos de todos los oficios relacionados con la arquitectura, como la escultura, la carpintería, la forja, la vidriería, la cerámica, el moldeado en yeso, etc. Asimismo, supo asimilar los nuevos avances tecnológicos, incorporando a su técnica la construcción en hierro o en hormigón armado. Todo ello se debió a la visión global que Gaudí tenía de la arquitectura como obra de diseño multifuncional, en la que debía elaborarse hasta el más mínimo detalle en un conjunto compenetrado, proporcionado. Estos conocimientos le permitieron no sólo dedicarse a sus proyectos arquitectónicos, sino diseñar igualmente todos los elementos de las obras que creaba, desde el mobiliario hasta la iluminación o los acabados en forja de hierro.
Gaudí también fue un innovador en el terreno de los oficios artesanales, ideando nuevas soluciones técnicas o decorativas con los materiales que utilizaba, como por ejemplo su forma de diseñar aplacados en cerámica hecha con piezas de desecho (“trencadís”), en combinaciones originales y fantasiosas. Para la restauración de la Catedral de Mallorca creó una nueva técnica de hacer vidrieras, consistente en yuxtaponer tres vidrios de los colores primarios –y a veces uno neutro–, variando el grueso del cristal para poder graduar la intensidad de la luz.
Asimismo, diseñó personalmente muchas de las esculturas de la Sagrada Familia, aplicando un curioso método de trabajo ideado por él: en primer lugar hacía un profundo estudio anatómico de la figura, centrándose en las articulaciones –para lo que estudió detenidamente la estructura del esqueleto humano–; a veces se servía de muñecos confeccionados con alambre para probar la postura adecuada de la figura a esculpir. En segundo lugar, realizaba fotografías de los modelos, utilizando un sistema de espejos que proporcionaban múltiples perspectivas. A continuación, hacía moldes en yeso de las figuras, tanto de personas como de animales (en una ocasión tuvo que izar un burro para que no se moviese). Sobre estos moldes modificaba las proporciones para conseguir una perfecta visión de la figura dependiendo de su ubicación en el templo (más grandes cuanto más elevadas). Por último, se esculpía en piedra.
Además de arquitecto, Gaudí fue urbanista y paisajista, procurando siempre ubicar sus obras en el entorno más adecuado, tanto natural como arquitectónico. Realizaba un profundo estudio del emplazamiento de sus construcciones, las cuales procuraba que se integrasen de una manera natural en el paisaje circundante, llegando a utilizar en numerosas ocasiones el material más común en su entorno, como la piedra pizarrosa en Bellesguard o el granito gris del Bierzo en el Palacio Episcopal de Astorga. Muchos de sus proyectos incluían jardines, como la Casa Vicens o los Pabellones Güell, o incluso eran totalmente ajardinados, como el Parque Güell o los Jardines de Can Artigas. Un ejemplo perfecto de integración en la naturaleza fue el Primer Misterio de Gloria del Rosario Monumental de Montserrat, donde el marco arquitectónico es la propia naturaleza –en este caso la roca de Montserrat–, que da cabida al grupo escultórico que decora el camino a la Santa Cueva.
Igualmente, Gaudí destacó como interiorista, encargándose personalmente de la decoración de la mayoría de sus edificios, desde el diseño del mobiliario hasta los detalles más nimios. En cada caso supo aplicar particularidades estilísticas, personalizando la decoración según el gusto del dueño, el estilo predominante del conjunto o su ubicación en el entorno, ya fuese urbano o natural, o dependiendo de su tipología, laica o religiosa –buena parte de su producción estuvo ligada al mobiliario litúrgico–. Así, desde el diseño de un pupitre para su propio despacho al comienzo de su carrera, pasando por el mobiliario diseñado para el Palacio de Sobrellano de Comillas, realizó todo el mobiliario de las casas Vicens, Calvet, Batlló y Milà, del Palacio Güell y de la Torre Bellesguard, para desembocar en el mobiliario litúrgico de la Sagrada Familia. Es de remarcar que Gaudí efectuó estudios de ergonomía para adaptar su mobiliario a la anatomía humana de la forma más óptima posible. Buena parte del mobiliario que diseñó se expone actualmente en la Casa-Museo Gaudí del Parque Güell.
Otro aspecto a destacar es la inteligente distribución del espacio, pensado para crear un ambiente de confort e intimidad en el interior de todos sus edificios. Para ello organiza el espacio en diferentes secciones o ambientes adaptados a su uso específico, mediante el empleo de tabiques, falsos techos, puertas corredizas, vidrieras o armarios de pared. Además de cuidar hasta el último detalle todos los elementos estructurales y ornamentales, se cuidaba de que sus construcciones tuviesen una perfecta iluminación y ventilación, para lo que estudiaba con detalle la orientación del edificio respecto a los puntos cardinales, así como la climatología de la zona y su encaje en el entorno natural circundante. En aquella época comenzaba la demanda de un mayor confort doméstico, con la canalización de agua, gas y luz eléctrica, elementos que Gaudí supo incorporar de forma magistral en sus construcciones. Para la Sagrada Familia, por ejemplo, llevó a cabo profundos estudios de acústica e iluminación, para optimizarlas. Gaudí decía lo siguiente respecto a la luz:
”La luz que consigue la máxima armonía es la que tiene una inclinación de 45°, pues incide en los cuerpos de modo que no es de forma horizontal ni vertical. Es la que se puede considerar luz media y da la más perfecta visión de los cuerpos y su matización más exquisita. Es la luz del Mediterráneo”.
La iluminación le sirve igualmente a Gaudí para organizar el espacio, atendiendo de forma cuidadosamente estudiada a la gradación de la intensidad lumínica para adaptarse adecuadamente a cada ambiente específico. Esto lo consigue con distintos elementos como tragaluces, vidrieras, persianas o celosías; cabe destacar en este sentido la gradación cromática utilizada en el patio de luces de la Casa Batlló para conseguir una distribución uniforme de la luz en todo el interior. Asimismo, suele orientar las casas al sur para aprovechar al máximo la luz solar.
El estilo de Gaudí.
La trayectoria profesional del arquitecto tuvo una evolución sui generis, debido a su constante investigación en el campo de la estructura mecánica de las obras. En sus inicios, Gaudí recibió cierta influencia del arte oriental (India, Persia, Japón), a través del estudio de los teóricos de la arquitectura historicista, Walter Pater, John Ruskin y William Morris. Vemos esta corriente orientalizante en obras como el Capricho de Comillas, el Palacio Güell, los Pabellones Güell o la Casa Vicens. Más tarde, sigue la corriente neogótica de moda en el momento, siguiendo los dictámenes del arquitecto francés Viollet-le-Duc. Se puede percibir en el Colegio de las Teresianas, el Palacio Episcopal de Astorga, la Casa Botines y la Casa Bellesguard, así como en la cripta y el ábside de la Sagrada Familia. Finalmente, desemboca en su etapa más personal, con un estilo naturalista, individual, orgánico, inspirado en la naturaleza, en el que realizará sus obras maestras.
Durante su época de estudiante Gaudí pudo contemplar una colección de fotografías que la Escuela de Arquitectura poseía sobre Egipto, la India, el arte persa, maya, chino y japonés, así como los monumentos islámicos españoles, los cuales le dejaron una profunda huella, sirviéndole de inspiración para muchas de sus obras. También estudió con detenimiento el libro Plans, elevations, sections and details of the Alhambra, de Owen Jones, perteneciente a la biblioteca de la Escuela. De los artes nazarí y mudéjar tomó múltiples soluciones estructurales y ornamentales que aplicó con ciertas variantes y libertad estilística a sus obras. Un aspecto a destacar que Gaudí toma del arte islámico es la indefinición espacial, la concepción del espacio sin límites estructurados; espacio que adquiere un sentido secuencial, fragmentado, a través de pequeños tabiques o huecos diáfanos, que crean separación sin suponer barreras compactas que delimiten un espacio uniformemente cerrado.
Pero sin duda el estilo que más le influyó fue el arte gótico, que a finales del siglo XIX vivía un gran renacimiento debido sobre todo a la obra teórica y restauradora de Viollet-le-Duc. El arquitecto francés propugnaba estudiar los estilos del pasado y adaptarlos al presente de una forma racional, atendiendo tanto a la razón estructural como a la ornamental. Sin embargo, para Gaudí el gótico era “imperfecto”, porque pese a la eficacia de algunas de sus soluciones estructurales era un arte que había que “perfeccionar”. En sus propias palabras:
”El arte gótico es imperfecto, está a medio resolver; es el estilo del compás, de la fórmula de la repetición industrial. Su estabilidad se basa en el apuntalamiento permanente de los contrafuertes: es un cuerpo defectuoso que se aguanta con muletas. (…) Prueba que las obras góticas son de una plástica deficiente es que producen la máxima emoción cuando están mutiladas, cubiertas de hiedra e iluminadas por la luna”.
Después de estas influencias iniciales, Gaudí desemboca en el modernismo en su época de mayor esplendor, en los años situados entre los siglos XIX y XX. En sus inicios, el modernismo encuentra la inspiración en la arquitectura historicista, ya que para los artistas modernistas la vuelta al pasado supone una reacción contra las formas industriales impuestas por los nuevos adelantos tecnológicos producidos con la Revolución industrial. La utilización de los estilos del pasado supone una regeneración moral que permite a la nueva clase dirigente, la burguesía, identificarse con unos valores que reconocen como sus raíces culturales. Asimismo, el resurgir de la cultura catalana desde mediados del siglo XIX (la Renaixença), lleva a adoptar las formas góticas como estilo “nacional” de Cataluña, con la pretensión de conjugar nacionalismo y cosmopolitismo, de integrarse en la corriente modernizadora europea.
Algunos rasgos esenciales del modernismo serán: un lenguaje anticlásico heredero del romanticismo, con tendencia a un cierto lirismo y subjetivismo; vinculación decidida de la arquitectura con las artes aplicadas y los oficios artísticos, creando un estilo remarcadamente ornamental; utilización de nuevos materiales, creando un lenguaje constructivo mixto y rico en contrastes, buscando el efecto plástico del conjunto; fuerte sentimiento de optimismo y fe en el progreso, que produce un arte exaltado y enfático, reflejo del clima de prosperidad del momento, sobre todo en la clase burguesa.
La arquitectura de Gaudí no cabe dentro del modernismo, mientras que todo el modernismo cabe perfectamente dentro de la obra de Gaudí.
Gaudí suele ser considerado el gran maestro del modernismo catalán, pero su obra va más allá de cualquier estilo o intento de clasificación. Es una obra personal e imaginativa que encuentra su principal inspiración en la naturaleza. Gaudí estudió con profundidad las formas orgánicas y anárquicamente geométricas de la naturaleza, buscando un lenguaje para poder plasmar esas formas en la arquitectura. Algunas de sus mayores inspiraciones vendrán de la montaña de Montserrat, las cuevas de Mallorca, la Cueva del Salnitre (Collbató), los riscos de Fra Guerau en la sierra de Prades cerca de Reus, la montaña de Pareis al norte de Mallorca o Sant Miquel del Fai en Bigas, todos ellos lugares visitados por Gaudí.
Este estudio de la naturaleza se traduce en el empleo de formas geométricas regladas como son el paraboloide hiperbólico, el hiperboloide, el helicoide y el conoide, que reflejan exactamente las formas que Gaudí encuentra en la naturaleza. Las superficies regladas son formas generadas por una recta, denominada generatriz, al desplazarse sobre una línea o varias, denominadas directrices. Gaudí las halló en abundancia en la naturaleza, como por ejemplo en juncos, cañas o huesos; decía que no existe mejor estructura que un tronco de árbol o un esqueleto humano. Estas formas son a la vez funcionales y estéticas, y Gaudí las emplea con gran sabiduría, sabiendo adaptar el lenguaje de la naturaleza a las formas estructurales de la arquitectura. Gaudí asimilaba la forma helicoidal al movimiento, y la hiperboloidal a la luz. Decía lo siguiente sobre las superficies regladas:
”Los paraboloides, hiperboloides y helicoides, variando constantemente la incidencia de la luz, tienen una riqueza propia de matices, que hacen innecesaria la ornamentación y hasta el modelaje”.
Otro de los elementos empleados profusamente por Gaudí es la curva catenaria. Gaudí había estudiado en profundidad la geometría cuando era joven, leyendo numerosos tratados sobre ingeniería que alababan las virtudes de la utilización de la curva catenaria como elemento mecánico, que sin embargo entonces sólo se usaba en la construcción de puentes suspendidos; Gaudí fue el primero en utilizar este elemento en la arquitectura común. La utilización de arcos catenarios en obras como la Casa Milà, el Colegio de las Teresianas, la cripta de la Colonia Güell o la Sagrada Familia permite a Gaudí dotar a sus estructuras de un elemento de gran resistencia, ya que la catenaria distribuye regularmente el peso que soporta, sufriendo únicamente fuerzas tangenciales que se anulan entre ellas.
Con todos estos elementos, Gaudí pasó de la geometría plana a la espacial, la geometría reglada. Además, estas formas constructivas se avenían muy bien a un tipo de construcción sencilla y de materiales baratos, como el ladrillo: Gaudí utilizó con asiduidad el ladrillo unido con argamasa, en capas superpuestas, como en la tradicional bóveda catalana tabicada. Esta búsqueda de nuevas soluciones estructurales tuvo su culminación entre los años 1910 y 1920, cuando experimentó de forma práctica todas sus investigaciones en su obra cumbre: la Sagrada Familia. Gaudí concibió dicho templo como si fuese la estructura de un bosque, con un conjunto de columnas arborescentes divididas en diversas ramas para sustentar una estructura de bóvedas de hiperboloides entrelazados. Las columnas las inclinó para recibir mejor las presiones perpendiculares a su sección; además, les dio forma helicoidal de doble giro (dextrógiro y levógiro), como en las ramas y troncos de los árboles. Esta ramificación crea una estructura hoy denominada fractal que, junto con la modulación del espacio, que lo subdivide en pequeños módulos independientes y autosustentantes, crea una estructura que soporta perfectamente los esfuerzos mecánicos de tracción sin la necesidad de utilizar contrafuertes, como requería el estilo gótico. Gaudí logró así una solución racional y estructurada, perfectamente lógica y adaptada a la naturaleza, creando al mismo tiempo un nuevo estilo arquitectónico, original y sencillo, práctico y estético.
Esta nueva técnica constructiva permite a Gaudí realizar su mayor afán arquitectónico, perfeccionar y superar el estilo gótico: las bóvedas de hiperboloides tienen su centro donde las góticas tenían la clave, con la salvedad de que el hiperboloide permite crear un hueco en ese espacio, un vacío que deja el paso de la luz natural. Asimismo, en la intersección entre las bóvedas, donde las góticas tenían los nervios, el hiperboloide permite nuevamente la apertura de pequeños vanos, que Gaudí aprovecha para dar la sensación de un cielo estrellado.
Esta visión orgánica de la arquitectura se complementa en Gaudí con una singular visión espacial que le permitía concebir sus diseños arquitectónicos de forma tridimensional, contrariamente a la bidimensionalidad del diseño en plano de la arquitectura tradicional. Gaudí decía que había adquirido este sentido espacial de niño, viendo los diseños que hacía su padre para las calderas y alambiques que fabricaba. Debido a esta concepción espacial Gaudí siempre prefirió trabajar sobre moldes y maquetas, o incluso ir improvisando sobre el terreno a medida que la obra avanzaba; reacio a dibujar planos, en raras ocasiones elaboró croquis de sus obras, tan sólo cuando se lo requerían instancias oficiales.
Una de sus muchas innovaciones en el terreno técnico fue la utilización de una maqueta para el cálculo de estructuras: para la iglesia de la Colonia Güell construyó en un cobertizo junto a las obras una maqueta a gran escala (1:10), de cuatro metros de altura, donde instaló un montaje confeccionado con unos cordeles de los que pendían saquitos rellenos de perdigones. En un tablero de madera fijado en el techo dibujó la planta de la iglesia, y de los puntos sustentantes del edificio –columnas, intersección de paredes– colgó los cordeles (para los funiculares) con los sacos de perdigones (para las cargas), que así suspendidos daban la curva catenaria resultante, tanto en arcos como en bóvedas. De aquí sacaba una fotografía, que una vez invertida daba la estructura de columnas y arcos que Gaudí estaba buscando. Sobre estas fotografías Gaudí pintaba, con gouache o pastel, el contorno ya definido de la iglesia, remarcando hasta el último detalle del edificio, tanto arquitectónico como estilístico y decorativo.
La posición de Gaudí dentro de la Historia de la Arquitectura supone la de un gran genio creador que, inspirándose en la naturaleza, creó un estilo propio, de gran perfección técnica a la vez que un cuidado valor estético, marcado por el sello de su fuerte personalidad. Sus innovaciones estructurales, que suponen en cierta medida la superación de los estilos anteriores, desde el dórico hasta el barroco, pasando por el gótico, principal fuente de inspiración del arquitecto, podría considerarse que representan la culminación de los estilos clásicos, que Gaudí reinterpreta y perfecciona. Así Gaudí supera el historicismo y eclecticismo de su generación, pero sin llegar a conectar con otras corrientes de la arquitectura del siglo XX, que con sus postulados racionalistas derivados de la Escuela de la Bauhaus supondrá una evolución antitética a la iniciada por Gaudí, hecho que marcará el menosprecio y la incomprensión inicial hacia la obra del arquitecto modernista.
Otro de los factores de la inicial caída en el olvido del artífice catalán es que, pese a contar en la ejecución de sus obras con numerosos ayudantes y discípulos, Gaudí no creó una escuela propia, ya que nunca se dedicó a la docencia ni dejó prácticamente escritos. Alguno de sus colaboradores siguieron sus huellas de cerca, sobre todo Francesc Berenguer y Josep Maria Jujol; otros, como Cèsar Martinell, Francesc Folguera y Josep Francesc Ràfols evolucionaron hacia el novecentismo, apartándose de la estela del maestro. Pese a ello, cierta influencia del creador de la Sagrada Familia la podemos percibir en algunos arquitectos modernistas –o que partieron del modernismo– que no tuvieron un contacto directo con Gaudí, como Josep Maria Pericas (Casa Alòs, Ripoll), Bernardí Martorell (Cementerio de Olius ) o Lluís Muncunill (Masía Freixa, Tarrasa).
Aun así, Gaudí ha dejado una profunda huella en la arquitectura del siglo XX: arquitectos como Le Corbusier se declararon admiradores de la obra del arquitecto catalán, y otros como Pier Luigi Nervi, Friedensreich Hundertwasser, Oscar Niemeyer, Félix Candela, Eduardo Torroja o Santiago Calatrava son hasta hoy día deudores del estilo iniciado por Gaudí. Frei Otto empleó formas gaudinianas en el Estadio Olímpico de Múnich. En Japón, la obra de Kenji Imai es de una evidente influencia gaudiniana, como se puede apreciar en el Memorial a los 26 mártires de Japón en Nagasaki (Premio Nacional de Arquitectura de Japón en 1962), donde destaca el uso del famoso “trencadís” del arquitecto reusense. Por otro lado, la labor docente e investigadora llevada a cabo por los críticos de arte desde el año 1950 ha situado al artista en un merecido lugar de relevancia dentro de la arquitectura del siglo XX.
”La arquitectura es el primer arte plástico; la escultura y la pintura necesitan de la primera. Toda su excelencia viene de la luz. La arquitectura es la ordenación de la luz”.
PREMIOS OBTENIDOS.
- En 1900 recibió el premio al mejor edificio del año por la Casa Calvet, otorgado por el Ayuntamiento de Barcelona.
Varias de las obras de Gaudí han sido declaradas por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad: en 1984 el Parque Güell, el Palacio Güell y la Casa Milà; y en 2005 la fachada del Nacimiento, la cripta y el ábside de la Sagrada Familia, la Casa Vicens y la Casa Batlló en Barcelona, junto con la cripta de la Colonia Güell en Santa Coloma de Cervelló.
La declaración de Patrimonio Mundial de estas obras de Gaudí supone reconocer su valor universal excepcional. Así fue razonado por la UNESCO:
- La obra de Antoni Gaudí representa una contribución creativa excepcional y notable en el desarrollo de la arquitectura y de la construcción del final del siglo XIX y de principios del siglo XX.
- El trabajo de Gaudí representa un importante intercambio de valores, estrechamente asociado a las corrientes culturales y artísticas de su tiempo representadas por el Modernismo catalán. Ha anticipado e influido sobre un buen número de formas y de técnicas que han jugado su papel en el desarrollo de la construcción moderna del siglo XX.
- La obra de Gaudí incluye varios ejemplos notables de la tipología de construcción en la arquitectura del principio del siglo XX, tanto residencial como pública, en el desarrollo de la cual ha realizado una significativa y creativa contribución.
PROYECTOS MÁS IMPORTANTES.
Sus primeras realizaciones, tanto durante su etapa de estudiante como las primeras ejecutadas al obtener el título, destacan por la gran precisión de los detalles, la utilización de la geometría superior y la preponderancia de las consideraciones mecánicas en el cálculo de estructuras.
Una vez obtenido el título de arquitecto en 1878 sus primeros trabajos fueron:
- Unas farolas para la Plaza Real en 1978. Para este encargo proyectó dos distintos tipos de farolas: una de seis brazos, de la que se instalaron dos en la plaza Real, y otra de tres, de la que también se instalaron dos en la plaza de Palacio, frente al Gobierno Civil
- El proyecto irrealizado de Kioscos Girossi.
- La Cooperativa “La Obrera Mataronense”, que fue el primer proyecto de envergadura de Gaudí, en el que trabajó de 1878 a 1882. El proyecto constaba de una fábrica, un barrio de casas para los obreros, un casino y un edificio de servicios, de los que finalmente sólo se llevaron a cabo la fábrica y el edificio de servicios. En la nave de la fábrica Gaudí utilizó por primera vez el arco catenario, también aplicó por primera vez, en el edificio de servicios, la decoración en azulejo cerámico.
- En mayo de 1878 diseñó Gaudí una vitrina para la Guantería Esteban Comella.
- Un nuevo encargo de los Güell-López para Comillas fue el de una glorieta para la visita del rey Alfonso XII a la localidad cántabra en 1881.
- La colaboración de Gaudí con Martorell fue determinante para que éste recomendase a Gaudí para la Sagrada Familia. El famoso templo gaudiniano fue idea de Josep Maria Bocabella. En principio se encargó del proyecto el arquitecto Francisco de Paula del Villar y Lozano, que planeó la construcción de una iglesia de estilo neogótico, iniciándose las obras en 1882. Sin embargo, al año siguiente Villar renunció por desavenencias con la junta constructora, y el encargo pasó a manos de Gaudí, que reformó por completo el proyecto –salvo la parte ya construida de la cripta–. Gaudí emplearía el resto de su vida en la construcción del templo, que será la síntesis de todos sus hallazgos arquitectónicos, culminando en su etapa final.
- Entre 1883 y 1888 construyó la Casa Vicens, encargo del corredor de bolsa Manuel Vicens i Montaner. Está estructurada en cuatro niveles o plantas, con tres fachadas y un amplio jardín, con una fuente monumental de ladrillo formada por un arco parabólico encima del cual había un paso entre columnas. Una de las estancias más originales es el fumadero, donde destaca el techo en forma de cielo raso decorado con mucarnas árabes, que recuerdan el Generalife de la Alhambra de Granada.
- El mismo año de 1883 Gaudí hizo un proyecto de capilla del Santísimo Sacramento para la iglesia parroquial de San Félix de Alella.
- El Capricho, un hotelito anexo al Palacio de Sobrellano, del marqués de Comillas, en la homónima localidad cántabra. Conocido como El Capricho, fue encargado por Máximo Díaz de Quijano y construido entre 1883 y 1885. De estilo oriental, tiene planta alargada, con tres niveles y una torre cilíndrica en forma de alminar persa, revestida completamente de cerámica. El acceso presenta cuatro columnas y arcos adintelados, con capiteles decorados con pájaros y hojas de palmito, como en la Casa Vicens.
- Entre 1884 y 1887 Gaudí realizó un segundo encargo para Eusebi Güell, los Pabellones Güell de Pedralbes.
- En 1885 Gaudí recibió de parte de Josep Maria Bocabella, el promotor de la Sagrada Familia, el encargo para un altar situado en el oratorio de la familia Bocabella, al haber obtenido licencia del Papa de poder tener un altar en su domicilio privado. El altar es de caoba, con barnizado de laca, con una losa de mármol blanco en el centro para las reliquias. Tiene decoración vegetal y varios motivos religiosos.
- El Palacio Güell, entre 1886 y 1888. Gaudí recibió un nuevo encargo del conde Güell, la construcción de su casa familiar, en la calle Nou de la Rambla de Barcelona. El Palacio Güell sigue la tradición de las grandes casas señoriales catalanas como las de la calle Montcada. Gaudí diseñó una entrada monumental con unas magníficas puertas de arcos parabólicos y rejas caladas de hierro forjado, ornamentadas con el escudo de Cataluña y un yelmo con un dragón alado, obra de Joan Oñós. Destaca el recibidor interior, que tiene una altura de tres plantas; es el núcleo central del edificio, ya que está rodeado por las principales estancias del palacio, y destaca por su cubierta con doble cúpula de perfil paraboloide en el interior y cónico en el exterior, solución típica del arte bizantino. En la tribuna de la fachada Gaudí empleó un original sistema de arcos catenarios y columnas con capiteles hiperboloidales, estilo no empleado ni anterior ni posteriormente a Gaudí. Diseñó con esmero el interior del palacio, con una suntuosa decoración de estilo mudéjar, donde destacan los techos con artesonados de madera y hierro. En el tejado destacan las chimeneas, de formas geométricas, recubiertas de cerámica de vivos colores, así como la alta aguja en forma de linterna que supone el remate exterior de la cúpula del salón central, hecha igualmente de cerámica y rematada con una veleta de hierro.
- En 1888 Gaudí construyó el pabellón de la Compañía Transatlántica, con motivo de la Exposición Universal celebrada en el Parque de la Ciudadela de Barcelona, propiedad del marqués de Comillas. Lo realizó en estilo nazarí granadino, con arcos de herradura y decoración de estuco.
- El Colegio de las Teresianas entre 1888 y 1889, en la calle Ganduxer de Barcelona, encargo de San Enrique de Ossó. Siguiendo las indicaciones de las religiosas proyectó un edificio sobrio, realizado en ladrillo por fuera, y con algunos elementos de ladrillo por dentro. También incorporó a la fachada rejas de hierro forjado, uno de sus materiales preferidos, y la coronó con un conjunto de almenas. En el interior existe un pasillo que es famoso por la sucesión de arcos catenarios que contiene.
- Construcción del Palacio Episcopal en Astorga entre 1889 y 1915, encargo recibido por Joan Baptista Grau i Vallespinós. El Palacio es de aire neogótico, con una planta articulada con cuatro torres cilíndricas, rodeada por un foso. La piedra en la que está construido es respetuosa con el entorno, en especial con la catedral que se encuentra en la inmediata vecindad, así como también con la naturaleza. El pórtico de entrada tiene tres grandes arcos abocinados, hechos con sillares separados entre sí por contrafuertes inclinados. La estructura del edificio se sustenta en pilares con capiteles decorados y en bóvedas de crucería sobre arcos ojivales de cerámica vidriada. Se remata con un almenado de estilo mudéjar. Gaudí abandonó el proyecto en 1893, a la muerte del obispo Grau, por desavenencias con el Cabildo, siendo terminado en 1915 por Ricardo García Guereta. Actualmente es Museo de los Caminos.
- La Casa de los Botines, en León entre 1891 y 1894, encargo de Simón Fernández Fernández y Mariano Andrés Luna. El proyecto de Gaudí fue un impresionante edificio de estilo neogótico, resuelto con su inconfundible estilo modernista. El edificio sirvió para albergar en sus plantas bajas los despachos y almacenes del negocio de tejidos, y disponía al mismo tiempo de viviendas en las plantas superiores. La construcción se realizó con muros de sólida cantería caliza, dispuesta en forma de almohadillado. El edificio está flanqueado por cuatro torres cilíndricas rematadas con elevadas agujas de forma cónica, hechas de pizarra, y rodeado de un foso con reja de forja. La fachada es de estilo gótico, con arcos lobulados, y tiene un reloj y una escultura de San Jorge y el dragón, obra de Llorenç Matamala. En la actualidad es la sede de Caja España.
- En 1892 recibió Gaudí el encargo para unas Misiones Católicas Franciscanas para la ciudad de Tánger, en Marruecos. El proyecto no se llevó a cabo, cosa que Gaudí lamentó profundamente, guardando siempre consigo el boceto que realizó del conjunto. Pese a todo, este proyecto le influyó para las obras de la Sagrada Familia, especialmente en el diseño de las torres, de perfil parabólico como en las Misiones.
- En 1895 Gaudí proyectó, para la familia Güell, una capilla funeraria para el monasterio de Montserrat, obra irrealizada de la que se conocen pocos datos.
- Entre 1900 y 1909 Gaudí recibió el encargo, de parte de la viuda de Jaume Figueras, de reformar la Torre Bellesguard, en el término municipal de Sant Gervasi de Cassoles. Gaudí hizo un proyecto neogótico, respetando al máximo el edificio anterior; como siempre, procuró integrar la arquitectura en el marco natural circundante, por lo que efectuó la construcción con la piedra pizarrosa del lugar. El edificio es de planta cuadrada de 15 x 15 metros, con los vértices orientados a los cuatro puntos cardinales. Construido con piedra y ladrillo, tiene mucha más proyección vertical, ayudado por una torre troncocónica coronada con la cruz de cuatro brazos. La casa dispone de sótano, planta baja, planta noble y desván, con techo de cuatro aguas.
- Entre 1898 y 1899 Gaudí construyó la Casa Calvet, en la calle Caspe de Barcelona. La fachada es de piedra de sillería de Montjuïc, adornada con balcones de hierro forjado y rematada por dos frontones, coronados con cruces de hierro de forja. Destaca asimismo en la fachada la tribuna del piso principal, decorada con motivos vegetales y mitológicos. En este proyecto Gaudí utilizó un cierto estilo barroco, visible en el uso de columnas salomónicas, la decoración con temas florales y el proyecto de azotea con cascada y maceteros de aire rococó. Por esta obra ganó en 1900 el premio al mejor edificio del año otorgado por el Ayuntamiento de Barcelona.
- Una obra casi desconocida de Gaudí es la Casa Clapés entre 1899 y 1900, en la calle Escorial 125, encargo del pintor Aleix Clapés. Tiene tres pisos, de muros revocados y balcones de hierro colado. Por su falta de decoración o de soluciones estructurales originales se ignoró la autoría de Gaudí hasta 1976, fecha en que se hallaron los planos firmados por el arquitecto.
- El Parque Güell fue el principal proyecto de Gaudí a principios del siglo XX, entre 1900 y 1914, nuevo encargo de Eusebi Güell para construir una urbanización residencial al estilo de las ciudades-jardín inglesas. El proyecto no tuvo éxito, ya que de 60 parcelas en que se dividió el terreno sólo se vendió una. Pese a ello, se construyeron los accesos al parque y las áreas de servicios, desplegando Gaudí todo su genio arquitectónico y poniendo en práctica muchas de sus innovadoras soluciones estructurales que serán emblemáticas de su estilo organicista y que culminarán en la Sagrada Familia. El Parque Güell se sitúa en la llamada Montaña Pelada, en el barrio del Carmelo de Barcelona. Era un paraje abrupto, con fuertes desniveles que Gaudí sorteó con un sistema de viaductos integrados en el terreno. El acceso al parque tiene dos edificios, destinados a portería y administración, rodeados de un muro de mampostería y cerámica vidriada policromada. Estos pabellones de entrada son muestra de la plenitud gaudiniana, con cubiertas de bóvedas catalanas en forma de paraboloide hiperbólico. Pasados los pabellones se encuentra una escalinata que conduce a los niveles superiores, decorada con unas fuentes esculpidas donde destaca el dragón, que se ha convertido en símbolo del parque y uno de los más reconocidos emblemas de Gaudí. Esta escalinata conduce a la Sala Hipóstila, que habría servido de mercado de la urbanización, hecha con grandes columnas de orden dórico. Encima de esta sala se encuentra una gran plaza en forma de teatro griego, con el famoso banco corredizo revestido de cerámica troceada (“trencadís”), obra de Josep Maria Jujol. La casa de muestra del parque, obra de Francesc Berenguer, fue residencia de Gaudí de 1906 a 1926, y actualmente acoge la Casa-Museo Gaudí.
Parque Güell. 1900-1914. Banco corredizo.
- La restauración de la Catedral de Santa María de Palma de Mallorca entre 1903 y 1914, por encargo del obispo de esa ciudad, Pere Campins i Barceló.
- La Casa Batlló entre 1904 y 1906. Encargo de Josep Batlló i Casanovas para reformar un edificio anterior de Emili Sala Cortés de 1875, Gaudí se centró en la fachada, el piso principal, el patio de luces y la azotea, y levantó un quinto piso para el personal de servicio. La fachada se hizo con piedra arenisca de Montjuïc, tallada según superficies regladas en forma alabeada; las columnas tienen forma ósea, con representaciones vegetales. Gaudí conservó la forma rectangular de los balcones del edificio anterior con barandillas de hierro con forma de antifaz, dando al resto de la fachada una forma ondulada en sentido ascendente. Asimismo revistió la fachada con cerámica de pedazos de cristal de varios colores (“trencadís”), que Gaudí obtenía en los desechos de la vidriería Pelegrí. El patio interno se cubrió con una claraboya de cristal sostenida por una estructura de hierro con forma de doble T, que apoya en una serie de arcos catenarios. En la azotea destacan las chimeneas de formas helicoidales y rematadas por sombreretes cónicos, revestidas de vidrio transparente en su parte central y de cerámica en la superior, y rematadas por unas bolas de cristal transparente rellenas de arena de distintos colores. Culmina la fachada una bóveda formada por arcos catenarios cubiertos con dos capas de ladrillo, recubierta con cerámica vidriada en forma de escamas (en tonos amarillo, verde y azul), que recuerda el lomo de un dragón; en la parte izquierda hay una torre cilíndrica con los anagramas de Jesús, María y José, y con la cruz gaudiniana de cuatro brazos.
- En 1906 hizo el proyecto del puente sobre el Torrente de Pomeret, entre Sarrià y Sant Gervasi. Gaudí proyectó una interesante estructura compuesta de triángulos yuxtapuestos que sostendrían el entramado del puente, siguiendo el estilo de los viaductos que había realizado en el Parque Güell.
- La Casa Milà, más conocida como La Pedrera, entre 1906 y 1910, encargo de Pere Milà i Camps. Gaudí concibió la casa alrededor de dos grandes patios de forma curvilínea, con una estructura de pilares de piedra, ladrillo y hierro colado, y entramados de jácenas de hierro. Toda su fachada está realizada en piedra calcárea de Villafranca del Panadés, salvo la parte superior que está cubierta de azulejos blancos, evocando una montaña nevada. Posee un total de cinco plantas, más un desván –realizado en su totalidad con arcos catenarios– y la azotea, así como los dos grandes patios interiores, uno de planta circular y otro de planta oval. En la azotea destacan las salidas de escalera, rematadas con la cruz de cuatro brazos, así como las chimeneas, recubiertas de cerámica con unas formas que sugieren yelmos de soldados.
Casa Milá. 1906-1910.
- Iglesia para la Colonia Güell, en Santa Coloma de Cervelló, de la que sólo se construyó la cripta (conocida hoy día como Cripta de la Colonia Güell) entre 1908 y 1918.
- Las Escuelas de la Sagrada Familia construido en 1909, pequeño edificio destinado a escuela para los hijos de los obreros que trabajaban en el templo. Las Escuelas de la Sagrada Familia han sido un ejemplo en genialidad constructiva y han servido de fuente de inspiración para muchos arquitectos, por su simplicidad, resistencia, originalidad del volumen, funcionalidad y pureza geométrica.
- Desde 1915 Gaudí se dedicó prácticamente en exclusiva a su obra cumbre, la Sagrada Familia, que supone la síntesis de toda la evolución arquitectónica del genial arquitecto. Después de la realización de la cripta y el ábside, todavía en estilo neogótico, el resto del templo lo concibió en un estilo orgánico, imitando las formas de la naturaleza, donde abundan las formas geométricas regladas. El interior debía semejar un bosque, con un conjunto de columnas arborescentes inclinadas, de forma helicoidal, creando una estructura a la vez simple y resistente. La Sagrada Familia tiene planta de cruz latina, de cinco naves centrales y transepto de tres naves, y ábside con siete capillas. Ostenta tres fachadas dedicadas al Nacimiento, Pasión y Gloria de Jesús, y cuando esté concluido tendrá 18 torres. El templo dispondrá de dos sacristías junto al ábside, y de tres grandes capillas, asimismo, estará rodeado de un claustro pensado para las procesiones y para aislar el templo del exterior. Gaudí aplicó a la Sagrada Familia un alto contenido simbólico, tanto en arquitectura como en escultura, dedicando a cada parte del templo un significado religioso. Durante la vida de Gaudí sólo se completaron la cripta, el ábside y, parcialmente, la fachada del Nacimiento –de la que Gaudí sólo vio coronada la torre de San Bernabé–. A su muerte se hizo cargo de la construcción su ayudante, Domènec Sugrañes; posteriormente, ha estado bajo la dirección de diversos arquitectos, siendo Jordi Bonet i Armengol director de las obras desde 1987.
La Sagrada Familia. 1915-
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